Es un error común que mucha gente comete con su primer café. Puede parecer inofensivo, incluso beneficioso para un rápido subidón de energía, pero puede tener consecuencias para tu digestión e incluso para tu estado de ánimo.
La primera taza de café de la mañana es una tradición profundamente arraigada en nuestra cultura. A menudo se considera un ritual sagrado, un valioso aliado para despertar del letargo matutino. A menudo es lo primero que engullimos, incluso antes del desayuno. No sólo proporciona una dosis de cafeína para despertarnos, sino que también satisface nuestra necesidad de comodidad. Sin embargo, este hábito puede no ser ideal para nuestro organismo…
Tomar café con el estómago vacío puede crear una reacción de estrés
Es una frase bastante común entre los bebedores de café: «No puedo hacer nada hasta que no me he tomado una taza por la mañana». Según un estudio realizado el pasado mes de junio por investigadores de la Universidad de Sydney (Australia), el estímulo que produce el café por la mañana es puramente placebo, ya que en realidad el organismo tarda una media de 4 horas en metabolizar la cafeína y convertirla en energía. Se dice que esta sensación se desencadena principalmente por el olor y el ritual tranquilizador que encarna.
Por otra parte, tomar café con el estómago vacío puede tener efectos indeseables a los pocos minutos de su ingestión. «La dosis de cafeína de un café tomado con el estómago vacío puede provocar una liberación excesiva de cortisol y desencadenar una reacción de estrés innecesaria que puede tener un impacto negativo en nuestros intestinos, hormonas, glándulas suprarrenales y energía», explica Abigail Hueber, experta en salud digestiva del medio Well and Good. Sin embargo, no hay por qué renunciar al ritual de la taza de café matutina, basta con introducirlo en las buenas prácticas para sacarle todo el partido y evitar trastornos digestivos, estrés o desequilibrios hormonales.
Beber agua, lo primero
Lo primero y más importante es empezar el día hidratando el cuerpo con un vaso de agua tibia a temperatura ambiente. Tu cuerpo acaba de pasar varias horas en ayunas, así que esto le ayudará a volver a la normalidad. Necesita reponer electrolitos. «Estoy pensando en particular en el potasio y el sodio, que ayudan a dirigir el agua alrededor del cuerpo para una hidratación óptima, y que desempeñan un papel importante en el apoyo a nuestras glándulas suprarrenales, nuestros niveles de azúcar en la sangre e incluso nuestro equilibrio hormonal», explica Abigail Hueber.
Para completar los efectos beneficiosos del agua, recomienda añadir 200 g de zumo de pomelo o naranja recién exprimido a 200 g de agua.
Come, aunque sea poco
Para beneficiarte de los efectos positivos de la cafeína, desayuna siempre, aunque sea poco, antes de tu primera taza de café. Lo ideal es esperar 30 minutos después de beber el primer vaso de agua antes de consumirlo.
Y si te cuesta comer por la mañana, no hace falta que engullas varias rebanadas de pan tostado, simplemente puedes tomar un pequeño tentempié equilibrado, como un yogur, un plátano o un puñado de frutos secos. Esto protegerá tu estómago y ayudará a que la cafeína se absorba más lentamente.