El ombligo es una de esas áreas de nuestro cuerpo a las que se les atribuyen numerosos significados, aunque a menudo se percibe más como algo «incómodo» debido a su forma y ubicación.
En el budismo, existe el chakra del ombligo, llamado manipura, mientras que en la fisiología ayurvédica, el ombligo se conoce como «Nabhi» y representa el centro del cuerpo y del universo.
Para los aficionados a la bioenergética, el ombligo también tiene una función crucial: se identifica como el punto central de nuestro cuerpo, y al actuar sobre él, se pueden aliviar síntomas y dolores.
A continuación, enumeramos algunos beneficios que, según los aficionados a la bioenergética, se pueden obtener aplicando aceites directamente en el ombligo.
- Aplicar aceite de incienso puro en el ombligo puede curar ojos secos, vista débil y labios agrietados. También ayuda a tener un cabello más saludable y alivia el dolor en las rodillas y el dolor de cabeza.
- El aceite de neem aplicado en el ombligo ayuda a eliminar el acné y los granos.
- El aceite de almendras en el ombligo ayuda a obtener un rostro radiante.
- Aplicar aceite de oliva o aceite de coco en el ombligo tendría beneficios en la fertilidad.
- El aceite de mostaza en el ombligo ayuda contra los labios secos y agrietados, así como a mejorar la actividad intestinal.
- Aplicar un algodón empapado en alcohol en el ombligo ayuda a aliviar los síntomas de resfriado y gripe, así como dolores menstruales y calambres.
- Aplicar cualquier aceite tibio ayuda a mejorar la circulación sanguínea y el sistema inmunológico, así como a combatir el estreñimiento.
- Aplicar partes iguales de aceite de mostaza y aceite de jengibre ayuda a aliviar trastornos estomacales como hinchazón y ardor.
- Mezclar aceite de tomillo con un aceite portador como coco u oliva y aplicarlo en el ombligo para reducir la presión, proteger el corazón y mejorar la digestión. (No apliques el aceite de tomillo solo, ya que podría irritar la piel).
- Aplicar aceite de ricino en el ombligo para aliviar el dolor en las rodillas.
Obviamente, no existe evidencia científica que respalde lo mencionado anteriormente. Son creencias de los aficionados a la bioenergética, en algunos casos también arraigadas en la tradición popular.
Sin embargo, probar no hace daño a nadie y, si no se utilizan como alternativa a los tratamientos recetados por un médico (nunca lo hagas), a veces pueden ser suficientes para sentirnos mejor.